lunes, 31 de agosto de 2009

RAFAEL ROBERTO GAVIDIA: El oficio escritural como excusa de vida.


 El hombre de traje gris

A cada momento voy inventando aquel hombre de traje gris que simuladamente observaba al cruzar la Plaza Bolívar de Guanare. Era un hombre de escasos cabellos y de una estatura mediana. En su traje se dejaba ver manifiestamente un pañuelo blanco. El caminar era airoso: desafiante. Impregnaba el camino con lo tosco y ruidoso de sus zapatos. Era, definitivamente, alguien que no es posible olvidar, quizá por ello hoy me lo invento cuando su notoria ausencia hace anhelarlo.

Inicié mis estudios fuera de Guanare y desde entonces no supe más del hombre de traje gris que siempre en las mañanas veía cruzar la Plaza Bolívar. Era alguien que emitía magnetismo y aunque no me observaba, siempre tendía a pensar que era a mí a quien miraba. En una noticia lamentable, a dos o tres años de mi ida de Guanare, me informan de la muerte del hombre de traje gris. Una muerte taciturna, tristemente desnudada por el sollozar de quienes le admiraban. No entendía por qué de un destino tan prematuro para un cuerpo que materializaba esperanzas y fungía como garfio de una sabiduría sensible de voces humanas. No alcanzaba moldear motivos que llevaran a desmembrar en aquella tarde sus años de esfuerzo y candidez literaria.

El hombre de traje gris fue conocido como Rafael Roberto Gavidia. Su pensamiento ha quedado disperso en artículos de opinión, en discursos de orden, en textos breves que denotan la historia local y entre aquellos que compartían, ya sea como discípulos o amigos, el gozo de oír sus palabras frescas, llenas de la majestad de los detalles y la sensibilidad. De él escribiría el poeta Víctor García Sereno: Peregrino por el rumbo hacia la sombra,/ humedad en tu rostro por el llanto, / vertiente de dolor tu alma honda,/estallido sideral tu desencanto...( Guanare, 09-07-90) Y el profesor y periodista Alfredo Portillo expresaría: “ ...Gavidia asume el papel precursor de resaltar la importancia de la Historia Regional. Ahora cuando se reconoce el valor de las historias de los pueblos, su trabajo tiene la significación que merece. Todos admiramos el esmero con que el Dr. Rafael Gavidia se dedica al estudio de los acontecimientos de naturaleza política-cultural que han venido activando la evolución de los Estados con la fijación y asentamiento definitivo de las figuras más representativas de la historia regional...”(1979)


 Gavidia filósofo

Desde un punto de vista holístico, Gavidia es un pensador filosófico. No de los que construyen grandes esquemas conceptuales, sino de los que producen filosofía de vida, de acción, del diario roce entre la palabra y los hechos. Su tendencia de pensamiento la ubicamos en la línea de ideas de José Manuel Briceño Guerrero.

Es decir, y acá cito al filósofo Juan Porras Rengel ( “Lógica del sentimiento”, Monte Avila ,Caracas, T. II,1996,págs.94-95 ), escritores que buscan la concordancia entre el concepto en sí, el concepto en mí y el contenido objetivo; logrando así que el sujeto se identifique con el aprehender del ser de los objetos, en lo que los mismos tienen de esencia.

Porras Rengel concreta : “Reafirmar esto,...la decisiva importancia de la identidad de los principios consecutivos del Ser y de los principios propios del aparato de conocimiento del sujeto, identidad esta que depende..., en lo esencial, de la pertenencia del sujeto y el objeto-ente a un mismo mundo. Al pensamiento le es posible acceder a la comprensión tanto de los entes de la esfera ideal como de la real, justo por la indicada identidad. Todo ello, además, ratifica el inapreciable valor de lo lógico , que entra tanto en la intrínseca constitución del mundo real, como en la del reino ideal, y provee al hombre de sus formas universales e inmutables, para que pueda llevar a cabo...las tareas del conocimiento”.

En una palabra, el sujeto puede asegurar, afirma Porras Rengel, dentro de ciertos límites, el éxito de los planes que traza y de las empresas que lleva a cabo en el ámbito de la realidad, merced a la vigencia de la mencionada identidad de las categorías subjetivas con las objetivas, y por la injerencia de lo lógico en ambas esferas y en la actividad humana que depende del funcionamiento del órgano del sentimiento.

Los escritos de Rafael Gavidia, son esencialmente historias de sus fantasmas internos, de su vivencia y de su constante trabajo de orfebre de la palabra. Lo entendemos como producto de una escritura automática, es decir va surgiendo espontáneamente y así lo va plasmando en el papel. Cada espacio va seguido de sensaciones que varían de acuerdo a su estado de ánimo y al efecto que esas sensaciones le causan. Así encontramos momentos de alegría, tristeza, reflexión, agonía, etc.

 Gavidia historiador

Sus palabras, en ocasión de la Convención Nacional de las Sociedades Bolivarianas de Venezuela ( Guanare, 1979), Gavidia expone reflexiones candentes acerca de nuestra historia: “...Señores, por encima de toda esa gesta heroica ( la Batalla de Carabobo) el espíritu de Bolívar volvió a esta tierra (Guanare)para sembrarse definitivamente, cuando el Padre Unda le pide la creación de un Centro de enseñanza y con profundo entusiasmo logra conseguir esta casa de estudios ( Convento de San Francisco, hoy Vice-Rectorado de la UNELLEZ-Guanare) donde moran los héroes del pensamiento , porque en Guanare, tal como lo apunta mi fraterno amigo José Joaquín Burgos, viven esos recuerdos consustanciados con su presente y en espera de que en el futuro Guanare siga siendo una cátedra, un libro, una fecunda universidad para la vida...A ustedes, maestros del pensamiento bolivariano, les invito a sentirse seguros en esta tierra en donde todos somos peregrinos, los cuales pagamos en el altar de la fe el tributo de esperanza y de todo eso que mi humilde palabra les ha removido en pos de que reconquistemos los sagrados valores del pensamiento y los opongamos con dignidad y firmeza a los que pretenden corromper el espíritu de libertad que bulle y palpita por siempre en este suelo”

Gavidia presenta una de las tantas caras de la verdad , en la cual cada persona es el cúmulo de historias y vivencias que es necesario desentrañar, pero asumiendo el espacio como símbolo.

“Mi identidad - dice J.M. Briceño Guerrero- no procede de definiciones sino del enraizamiento, del arraigo en una tradición que me alimenta. Protejo las raíces no cortadas y quiero multiplicarlas. Contra el imperio estatal uniformante quiero expresarme y ejercer el derecho a ser diferente”. ( “Discurso Salvaje”) Gavidia por su parte dice: “ La única identidad que sentimos o padecemos es la que nos imponemos”. Como se lee, Gavidia encierra en frases cortas y certeras la acción y reacción de las palabras, imponiendo un estilo directo y agudo, sin descuidar el objetivo del para qué están allí: comunicar.

Como historiador Gavidia se iba a los detalles, a esas acciones humanas que tienden a pasar desapercibidas por quien cuenta la historia. Hay una anécdota contada por el profesor Ramón Azócar Cabello, amigo de tertulia de Gavidia. Resulta que en ocasión de la celebración de la semana bolivariana, se invita a Gavidia a dar una conferencia en la Unidad Educativa Nacional “Félix Saturnino Angulo Ariza” de Guanare, acerca del encuentro entre Bolívar y Páez. Gavidia contaba que antes de conocer Páez a Bolívar, de manera personal, Páez opinaba de una manera desproporcional acerca del Libertador : “Ese tal Bolívar es una niña de papá. Blanco como la espuma, delicado. Qué va a saber ese de pelear, sólo mira y más na’...esperen a que se encuentre con este llanero, ese se va a rajá...” Cuando llega el momento y se da el encuentro, cuentan que el tigre de payara queda mudo ante la majestad del Libertador, arrodillándose de inmediato y pidiéndole la bendición.

Así expresaba Gavidia su historia, con ademanes que harían del discurso un tratado de entretenimiento y admiración, él era la viva expresión de la historia que contaba.

Con Gavidia no tuve la suerte de empaparme con su vida como quizás lo hicieron otros guanareños, pero el hecho de que expresara atención hacia los valores del hombre y su pensamiento, hicieron que le captara como un ser valeroso, rodeado de misterio; oculto tras el oficio escritural como excusa de vida.

 Gavidia anarquista

Gavidia, desde el análisis y estudio de su obra inédita, fue un pensador anarquista. Y esto lo establezco basándome en dos apreciaciones puntuales: por un lado sus ideas acerca de la libertad como principio del hombre; y por otro, por su concepción del Estado, al cual veía como un aparato improductivo para alcanzar el beneficio pleno de los ciudadanos.

El anarquismo, como teoría política, fue tomando y reciclando ideas de diversos pensadores sociales europeos ( siglo XIX) que a la postre conformaría un proyecto de vida por y para la dignidad. Este proyecto busca una esperanza de reconstrucción del sistema minado de inoperancia. Y esa inoperancia los anarquista la han definido como el Estado. Acá se empalma de idea de Gavidia al decir: “…para que la reconstrucción sea todo un triunfo es necesario borrar la inoperancia del Estado, desterrarla de todo los sistemas, no dejarla germinar más. Universalizar el cuestionamiento al Estado.” Esta idea es muy parecida a la de Trotsky con respecto al socialismo. Para éste era necesario extender las ideas socialistas y hacer al mundo participe de aquella revolución de 1917, que culminaría deponiendo el reinado zarista y surgiría imponiendo un régimen comunista de dirección política. La idea de expandir aquellas premisas de cambio y revolución, era para evitar un fracaso. Aunque la revolución triunfó, el no convencimiento internacional de sus ideas humanas y solidarias, trajo consigo la implantación de un régimen del funcionariado, y la claudicación de los poderes al no mantenerse la cohesión política dentro del Régimen ( claudicación que se dio en la década de los ochenta). Ahora bien, en el caso del pensamiento de Gavidia, esta idea o conducta política se insertaba en una posición certera y directa: “muerte al Estado”.

En cuanto a la propiedad, el sistema y sus tentáculos burocráticos, la esclavitud, el poder despótico, entre otras; Gavidia lo entendía como producto y razón de ser de un Estado manipulador, engendro del mal y del vacío. Ese “Leviatán”, ese lucifer, ese sinónimo de maldición identifica una lucha, identifica un concepto: libertad.

Un francés, de gran brillo intelectual, Agustín Hamon, interpretando el sentir de libertad humano expresaba: “ Si por libertad del ser se entiende su independencia de todo fenómeno que preceda a su existencia y su independencia de todo el medio en que vive, esta libertad no existe”.( Agustín Hamon. La Revolución a través de los siglos. Buenos Aires, 1943:113) Gavidia, siempre atento a que el juicio de la palabra dé forma a un solo nudo de verdad decía: “ cada ciudadano tiene la libertad de mentir, maldecir, suplicar, llorar, …etc.; porque es una libertad ganada por el hecho de vivir”.

 Gavidia y Borges

En el plano literario Gavidia no dejó escapar mucho de su talento. Quedan manojos de papeles amarillentos con breves anotaciones de versos, pero llamó la atención su fervor por Jorge Luis Borges. Y si ahondamos en los escritos literarios de Gavidia podemos ver reflejado al Borges intelecto.

Jorge Luis Borges (1899-1986), desarrolló una gran capacidad de sensibilidad; la relación con su madre, doña Leonor Acevedo de Borges, marcó de manera trascendental sus pasos intelectuales; se hizo hombre escribiendo y fantaseando; su primer relato, escrito a los ocho años, “La visera fatal”, es una muestra elocuente del dominio del lenguaje a través de la descripción de escenarios internos, propios de los impulsos psicológicos y los traumas depresivos de la insatisfacción. Este primer relato tuvo como inspiración un episodio del Quijote, lo admirable del esfuerzo creativo es la madurez de reflexión que demostraba tener a tan temprana edad. Otra muestra de genialidad fue la traducción de “El príncipe Feliz” , de Oscar Wilde, donde demostró una comprensión bastante aceptable del inglés y lo motivó, a sus nueve años de edad, a continuar su experiencia con otra lengua escribiendo poemas. Aunque esta última fase, la dejaría rápidamente convenciéndose de que era muy temerario explorar otras estructuras lingüísticas que no provenga de la esencia de comunicación de un hombre, puesto que el lugar donde se nace y se aprenden las primeras frases, es determinante para la edificación de un estilo propio de expresión escrita.

El pensamiento de Borges se inclina hacia el nominalismo y el realismo; su visión del mundo pertenece a una tradición que insiste en la condición arbitraria del lenguaje, en su incapacidad de dar cuenta de la multiplicidad del universo. Sus argumentos develan un espíritu ático indomable, muy al estilo de Mauthener y Wittgenstein.

Gavidia admiraba esta cosmovisión del pensamiento borgiano, por ello en un texto de Claude Mauriac, crítico y ensayista francés , subraya ( como dejando huella de que respaldaba esas ideas) : “Borges se vale de la repetición, la insistencia, una serie de mundos insertos unos en otros, una realidad que se confunde con el sueño aunque no sea una de sus virtualidades, despertares que son la entrada a otro sueño...Estos son los modos de expresión, éste es el universo de Jorge Luis Borges desde que renunció a las mitologías de arrabal...para jugar con el tiempo y con el infinito.

“Juegos que implican, ya no lo dudamos, una inmensa cultura, la posesión de numerosas mitologías y de todas las literaturas, a todo lo cual Borges añade religiones inventadas por él, obras que él se ha imaginado, que no tienen a sus ojos (y a los nuestros) ni más ni menos realidad que aquellas que aparentemente tienen una existencia más segura.” ( La aliteratura contemporánea. Madrid, Ediciones Guadarrama, 1972: 189)

Revisando un poco más el texto encontramos una nota a pie de página que nos indica: “ ¡ ojo! esto es lo que debe ser un escritor”: Borges no se amilana ante lo imposible, anda sin rodeos, aborda el camino atravesándolo, desenredando tanto las contradicciones insolubles como borrándolas , para alcanzar una verdad más allá de lo inverosímil.

El Borges que entendió Gavidia, es un Borges que ha formado una conducta de vida emblegmatizada por “un jardín y una biblioteca”. En sus relatos, dice Ana María Barrenechea ( La expresión de la irrealidad en la obra de Borges .Buenos Aires, Editorial Piados, 1967: 169), hay una forma de atacar la consistencia del universo y del hombre dentro del universo que reúne varios hilos: la filosofía idealista de Berkeley, para quien el mundo no existe fuera de la mente de los que lo perciben o de la mente divina; el platonismo, que concibe el mundo como un reflejo de los arquetipos eternos; la creencia cristiana de un Dios creador y conservador del hombre, que vive mientras el señor lo piensa; las creencias orientales de un orden puramente aparencial, en las que hasta el Nirvana deja de ser ( o de no ser); y todas las ficciones o leyendas mágicas y populares que especulan con fantasmas, con ídolos, con simulacros, con seres creados por la imaginación de los hombres, con fórmulas capaces de hacer vivir muñecos inanimados, con historias donde no se sabe si se sueña o si está despierto”.

Para Gavidia la muerte nunca fue una excusa para no vivir la vida; en Borges encontró un mundo cargado de ingenio y fantasía, invadido de utopías enfrentadas a la realidad perversa y contradictoria del universo. Gavidia expresaba que los relatos borgianos tenían conciencia plena, identificación objetiva, en donde se nos está diciendo cosas serias , pero a la vez, y aquí una expresión muy llanera, se nos está “mamando gallo”.

 Gavidia y la literatura

En una de esas visitas (hoy extrañadas) a las acogedoras librerías de la ciudad de Mérida, recuerdo haberme encontrado con un texto muy característico: “LOGOI”, Una gramática del lenguaje literario. Su autor, un joven catedrático llamado Fernando Vallejo, y el tema: un compendio de la expresión escrita en contraste con la expresión hablada. Algo así como ofrecer al lector “especializado” una extensa gama de ejemplos literarios, en diversas lenguas, a efecto de que reflexione sobre los rasgos lingüísticos que son comunes a todos los escritores y que es necesario que sean identificados para su profundización y posterior digerimiento. En una palabra, un prontuario de información para saber qué nos quiere decir un escritor ya sea con su novela, con su cuento, o con su poesía.

De este libro, que adquirí en 1990 (editorial Fondo de Cultura Económica, México,1983: 544 pág.), apenas he podido leer 66 páginas, no porque esté mal escrito o porque su enfoque es alejado de mis posibles mínimos conocimientos, sino porque recrea algo tan sencillo como lo es “echar un cuento” ,o simplemente decir algo con sentido e interés, en condiciones de estructuras lógicas rígidas. Sigue siendo un libro importante pero le veo con recelo porque aleja esa imaginación inocente que hace que sea un lector satisfecho y con instintos de poder decir algo.

La acotación al tema de lo rígido y lo expansible del lenguaje en literatura, viene como referencia al carácter crítico que Gavidia imprimía a las ideas literarias, captándolas más como depositario de expectativas, no así de esperanzas concretas. Para Gavidia la creación a través de la palabra es un esfuerzo intimo, orgásmico; nadie en el buen sentido del término puede crear sin colocar tintes, así sean diminutos, de los roces con la vida. Muy a la par de los existencialistas, el escritor está involucrado con su existencia en cada frase que construye.

Gavidia entendía la literatura como un ingrediente espiritual, en ella no hay medias tintas, escribes o no escribes, pero no es que escribes como alguien te dice, pueden sugerirte ideas, escribes lo que tú deseas escribir.

Adolfo Bioy Casares, dijera al respecto que la literatura es un milagro que surge y aparece de la mano de unos elegidos, en este caso la figura humana del escritor. Y si en algo coinciden, quienes han tenido a las letras como excusa de vida, es en que la literatura es un diálogo solitario de un ejecutante de signos hacia un universo de lectores. No falsa es la expresión de que la poesía, por nombrar un género literario, “no es del poeta sino de quien la lee”. Aquí está la “cosa”, la esencia, la verdadera virtud del servicio que presta la literatura al hombre común.

 Gavidia y la música sacra

Otro ingrediente cultural que motivaba a Gavidia era la música, en especial la música sacra.. Para Gavidia el sonido era el producto de un movimiento cuya llegada se hacia en vibraciones percibidas por el oído humano, siempre y cuando el gusto intervenga imponiendo la guía de la melodía. Ahora bien, una cosa es el sonido y otra el ruido, la diferencia de éste con el primero se establece en razón de la irregularidad de las vibraciones y en la entonación. Esta descripción, estrictamente técnica, fue siempre una característica de las intervenciones de Gavidia en las tertulias y festines a los cuales asistía. No se encontraba uno con un mero espectador, sino con un ser entendido del valor que tenía el gusto en la estética de los sentidos. En este aspecto está muy a la par con José Francisco Rodríguez ( alias Popi), contemporáneo con él, y hombre dado a la cultura y a las artes.

El ritmo, la melodía, entre otros.; se va conjugando hasta converger en el contrapunto, el cual es un concepto similar al de armonía, teniendo su nacimiento durante la Edad Media y representando una de las formas con que surge toda una tendencia de música religiosa, organum y discantus. De aquí nace la música sacra a la cual Gavidia vislumbraba como el canto de los dioses interpretado por los hombres.

Es importante, para comprender el sentido y la esencia que motivaban el gusto de Gavidia por este género musical, apreciar en el contexto histórico el lugar que ocupó la música sacra en el mundo cristiano y cultural de una época.

La música sacra, la cual más allá de ser expresión de los divinos sacramentos cristianos, es una vía de comunicación directa de los principios y oraciones, de un conglomerado de creencias que bajo la forma monoteísta hacían énfasis en el valor de lo humano y la sumisión como vía para alcanzar el poder supremo de lo espiritual.

Las primeras comunidades cristianas, según reseña Velia Giacosa (1968), trasladaron al nuevo culto las antiguas fórmulas de adoración y especialmente la costumbre de recitar las oraciones de la misma forma con que lo habían cantado los salmos de David, es decir, con la cantinela oriental. Ahora bien, al surgir las persecuciones hacia los cristianos, se fue profundizando el mensaje religioso cantado, expresando el sentir colectivo e intentando dar forma artística al sentimiento de divinidad.

Como modalidades del canto religioso en la Edad Media, aparecieron la Salmodia, especie de canto silábico; el Responsorio, en el cual el sacerdote cantaba la oración; el Antífona, cuya recitación es llevada a cabo por dos voces; los Himnos, muy conocidos en los oficios religiosos actuales, que viniendo de la cultura Siria y de Asía Menor, se incrustaron en la tradición religiosa del cristianismo a través del canto en latín “vulgar”, con el carácter distintivo de utilizar la métrica cualitativa en los acentos del verso.

Una característica de la música sacra, es la polifonía la cual , siendo interpretada en+ dos voces, creó el sistema organum, el cual debe su nombre al instrumento que acompaña la música.

El organum, como instrumento y como canto , fue adoptado por las iglesias de París en el siglo XII, con el canto gregoriano, difundiéndose por Francia y Flandes. El siglo XVI, siguió cultivando el arte polifónico diversificando el espíritu inspirativo y generando un medio fértil para difundir las consignas de fe y reflexión bíblicas que abstraídas en su metáfora divina, expresaban en nombre de los hombres la vitalidad del reino celestial y misericordioso del padre creador. A este respecto, expresara Gavidia: “ …lo hermoso de la música sacra, es que transforma la armonía en laberinto”.

 Gavidia y su postura crítica a occidente

He presentado a un Gavidia intelectual, político, humano; buscando conectarlo con la realidad de sus motivaciones, sin caer en detalles domésticos o personales. Le he querido recordar como el hombre de ideas, tal cual me lo ha vendido sus amigos, sus escritos ( publicados e inéditos), sus anotaciones descuidadas entre las páginas de libros; en fin, he buscado encontrarme con el Gavidia que conocí a través de las voces de hombres y mujeres de Guanare.

Pero aún falta desmenuzar una margarita, y es la que tiene que ver con su criticismo, esa convicción humana que Gavidia dejaba expresar en sus largas charlas como docente. Como llevado de la mano llegó a mí un cuaderno de anotaciones de uno de los alumnos de Gavidia, en él se tejían frases y contraseñas que delatan el punto de vista que él tenía en razón al capitalismo y a sus consecuencias en el mundo occidental.

Gavidia decía que el capitalismo venía gestándose desde finales de la Edad Media, la Era Industrial lo que hizo fue darle impulso hacia límites que nadie pudo prever, pero que se presentó avasallante y transformó radicalmente la vida de varias generaciones de seres humanos. Las relaciones capitalistas comenzaron a constituirse, ante todo, en las ciudades medievales, las cuales se formaron como resultado del desarrollo del comercio y de la industria artesanal. Entre las ciudades, que habían crecido en las tierras pertenecientes a los señores feudales, y el campo, cuya producción conservaba el carácter feudal, surgieron contradicciones antagonistas, que se desarrollaron ulteriormente en la contradicción entre la ciudad y el campo, inherente al capitalismo. Se formó la clase de la burguesía urbana, constituida por los mercaderes, los prestamistas y los maestros más ricos de los gremios.

Un poco más allá, y dando referencia de un liberalismo económico, Gavidia cita a Friedrich A. Hayek : “No hay nada en los principios del liberalismo que hagan de éste un credo estacionario; no hay reglas absolutas establecidas de una vez para siempre. El principio fundamental, según el cual en la ordenación de nuestros asuntos debemos hacer todo el uso posible de las fuerzas espontáneas de la sociedad y recurrir lo menos que se pueda a la coerción, permite una infinita variedad de aplicaciones. En particular , hay una diferencia completa entre crear deliberadamente un sistema dentro del cual la competencia opere de la manera más beneficiosa posible y aceptar pasivamente las instituciones tal como son . Probablemente, nada ha hecho tanto daño a la causa liberal como la rígida insistencia de algunos liberales en ciertas toscas reglas rudimentarias, sobre todo el principio del laissez-faire. Y, sin embargo, en cierto sentido era necesario e inevitable. Contra los innumerables intereses que podían mostrar los inmediatos y evidentes beneficios que a algunos les producirían unas medidas particulares, mientras el daño que éstas causaban era mucho más indirecto y difícil de ver, nada, fuera de alguna rígida regla, habría sido eficaz...”

La libertad, recalcaba Rafael Gavidia, ha dejado de ser una imagen de civilización actual, de representación de un colectivo en función a intereses comunes, para convertirse en participación activa en la organización social y política, asumiendo un lugar privilegiado de respeto a la individualidad y a las normas que en esa individualidad delimita el Estado. Como bien lo dice Hans Kelsen, y aquí busco una referencia que apoye las ideas de Gavidia : “Si la Sociedad y el Estado han de existir, precisa también que exista un orden obligatorio para la conducta recíproca de los hombres, y por consiguiente, una autoridad. Pero ya que hayamos de ser gobernados, aspiramos al menos a gobernarnos por nosotros mismos. Así , la libertad natural se convierte en libertad social o política. Es políticamente libre quien, aun estando sometido, lo está solamente a su propia voluntad y no a la ajena. Con esto queda planteada la principal diferencia entre formas del Estado y de la Sociedad...”

En un plano más concreto, se ha de entender esta acción de libertar al individuo, que estaba siendo consumido por la potestad de un Régimen que oprimía los preceptos elementales de su autodeterminación, como la vía ideológica de una conciencia liberal. Esta conciencia, remarcaba Gavidia, abarca dos tiempos: un tiempo político, que presenta al liberalismo como el pacto de respeto a las libertades ciudadanas e individuales ( libertad de expresión , de asociación, de reunión); existencia de una Constitución inviolable que determinase los Derechos y Deberes de los ciudadanos y gobernantes; separación de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial); Derecho al Voto, bien en forma de sufragio censatario, bien como sufragio universal. En este último aspecto, Gavidia relacionaba el liberalismo como esencia de una Democracia que sustentada en el Derecho alcanzara el máximo lugar como experiencia de organización de la sociedad.

A todo valga agregar, como información adicional, que para entender la conducta liberal y por ende las bases del capitalismo de Estado que hoy por hoy dominan el escenario organizacional de las comunidades humanas, hay que remitirse a dos pensadores del siglo XVIII: Adam Smith (1723-1790) y Thomas Malthus (1766-1834), aquel con sus teorías económicas, este con sus apreciaciones demográficas.

Smith pensaba, así lo encontramos en su obra “La riqueza de las naciones”, que todo Sistema económico debía estar basado en la Ley de la Oferta y la Demanda. Para que una nación prosperase, los gobiernos debían abstenerse de intervenir en el funcionamiento de esa Ley: los precios y los salarios se fijarían por sí solos, sin necesidad de intervención alguna del Estado.

Por su parte Malthus, viendo el aumento creciente de población seguía una proporción geométrica , la generación de riquezas y alimentos sólo crecía aritméticamente. Esto presentaba una tendencia inevitable en la cual, de seguir creciendo la población, el mundo se hundiría en la pobreza. Dada esta realidad tan sólo queda un remedio posible para Malthus: el control de la natalidad en los obreros, que al ser los más numerosos y menos concientes de el peligro del crecimiento demográfico, así como portadores de un proyecto de vida limitado y sin posibilidades de fortalecerse económicamente, debían ser dejados a la suerte para que así su número disminuyese y se crearan posibilidades más reales de una clase social industrial, pero con recursos para cuidar a los suyos en espacios dignos e higiénicos.

Esta posición de Malthus, la cual era ampliamente expuesta por Gavidia en sus disertaciones, evidencia un sentido clasista, pero a su vez es una interpretación acertada acerca de la limitada posibilidad que la civilización liberal tenía de seguir la tendencia demográfica . Si bien es cierto que estas ideas se llegaron a considerar, no se plasmaron en una práctica directa, por lo cual hoy contamos con índices significativos de miseria producto de generaciones que no midieron su reproducción en razón a sus posibilidades de manutención. En los peores casos, expresaba Gavidia, los Gobiernos han asumido la responsabilidad de dar respuesta a ese sector marginado económicamente, en el siglo XIX no era un deber asumir esta conducta en el mundo Occidental, hoy es una decisión soberana que debe ser acatada. Claro está, estamos inmersos en un Estado Benefactor, con liderazgo de una organización Democrática que mira en la tendencia liberal una vía para fortalecer los Derechos individuales de sus ciudadanos.

El liberalismo devino, y acá la posición de Gavidia se hace más aguda, como respuesta a un régimen feudal que había agotado sus expectativa en la sociedad, no podemos menos que decir que es una respuesta directa al desgaste y agotamiento de una forma de gobernar que había trastocado toda posibilidad de erigirse como emblema de bienestar colectivo.

Gavidia entendía el liberalismo como la iniciativa del colectivo en los asuntos comerciales y de negocio, logrando insertar conciencia en la Sociedad para extender sus lazos de incidencia y poder así propulsar riquezas en todos los puntos cardinales de Occidente. Esto se logró en cierto sentido, pero por la falta de previsión en lo demográfico y en el control de esas nuevas riquezas, el Estado liberal se vio ante un monstruo monopolista que debía ser limitado y regulado. Es así como aparecen las doctrinas de extrema izquierda que bajo la premisa de un criticismo rígido, intentaba cambiar la realidad económica y social, de una civilización que se perfeccionaba a cada paso con gran facilidad.

Estas aproximaciones teóricas tienen como objeto desentrañar el sentido crítico-ideológico que en Rafael Gavidia hizo despertar percepciones que hasta el momento siguen estando vigentes .

 El adiós a Gavidia

Cuando me enteré de la muerte del hombre de traje gris, Rafael Gavidia, reaccioné asombrado en un primer instante; luego entré en un profundo meditar. No trataba de explicarme por qué de ese hecho, si no de entenderlo en la dialógica mental de mis sentidos. Es así como hice mi propia versión de los hechos, intentando siempre ser lo más leal a la imagen sobria y sopesada de quien conocía como el hombre del traje gris.

Aquel día en que muriera Gavidia, había en Guanare una brisa angustiada, tildada por la fuerza del sol y desnudada por los árboles en los brazos contorsionados que producían caricias sensuales. Gavidia salió de su casa y enfrentó con su airoso caminar la brisa mañanera. Al pasar por la Plaza Bolívar, aquella que lo identificó en un tiempo, percibió miradas de recuerdo. Miró fijamente a un grupo de muchachos que inocentemente vestían el banco en donde se daban sus tertulias, y como cosa inmediata (intuyo) observó el baile majestuoso de las copas de los árboles. Con la misma inmediatez movió su rostro y lo paralizó al frente. Su mirada siguió desafiando la brisa y su cuerpo se fue distanciando...

Al cabo de unas horas deseó conocer más de cerca aquella naturaleza que sensualmente se estremecía con la brisa. Así partió a las orillas de las aguas cristalinas del río y bebiendo sorbos de pureza comenzó a mirar por dentro.

Gavidia quizá no recuerde la ausencia: el se fue para donde no existe extrañes, pero es posible que aún en sus recodos de mirada perdida esté la presencia de quienes fuimos depositario de admiración y respeto.

Han pasado varios años del desvanecer físico de Rafael Gavidia. Nadie lo nombra con melancolía, no hay motivos, sigue presente en las aulas de clase donde impartió conocimientos y en el sigiloso eco que entre las piedras de las calles de Guanare dejaron sus zapatos de tacón medio.

Valga recordar que los zapatos de Gavidia eran muy pintorescos. Siempre limpios , patentes, deteriorados en los tacones. Jamás se pudo observar a Gavidia con zapatos sedientos de tocar asfalto, sino con zapatos sedientos de suela. Ahora bien, es que es una característica del hombre intelectual, lo cual lo hace más reluciente. Gavidia sin sus estropeados zapatos no hubiera producido los melódicos sonidos del taconeo y no fuera tan fuerte el recuerdo que de él se tiene.

Otra característica resaltante era su media sonrisa. Para todo tenía un gesto que se materializaba con una media sonrisa que lejos de ser burlona, era agradecida con la causa que la originaba.

Gavidia representa en Guanare un símbolo y en mí una inspiración. Era el contagio con la vocación, con cada espacio de la mente: vivía en él el oficio de la palabra.

Si bien Gavidia no dejó un legado literario prominente, al menos conquistó la esfera del intelectual a través de la sobriedad de una vida sensible y humana. Fue hombre de vocación, pero sobre todo un hombre observador.

Y es que observar no es simplemente contemplar y admirar, es mucho más: es sentir de cerca lo que se aprecia a través de los ojos, es imprimir nostalgia por lo bello que se observó ; es entenderse consigo mismo ante las luces y los contornos extraños.

A Rafael Gavidia hoy me lo invento. Lo sigo viendo en las calles de Guanare, sigue caminando desafiando la brisa, pero sobre todo sigo escuchando el taconeo de sus zapatos maltrechos, signo de que aún vive, aunque el eco vaya por dentro.

Ayer me compré un traje gris. Me lo puse con una camisa blanca y tercié del bolsillo un pañuelo cien porcientos algodón de color negro. Con la misma salí a la calle y crucé en distintos sentidos la Plaza Bolívar de Guanare. Primero de norte a sur, luego hacia el este y después al oeste; en fin recorrí cada palmo de plaza. La idea era enaltecer a Gavidia, no como a quien gustaba pasearse por aquellas aceras cortas de la plaza, sino como hombre que disfrutaba compenetrar su mirada con el espacio y tiempo, bajo la música constante del rugir de sus zapatos. Pude concretar la observación sensible y profunda, más no el aura fulgurante de quien en vida aglutinaba energía y calor, conduciendo el oficio escritural a ser su excusa de vida.


Referencias documentales


AZÓCAR A., Ramón E. 1998-2000. Entrevistas varias a personalidades de la vida cultural de Guanare, acerca del Dr. Rafael Gavidia. Guanare, Inédito.


GAVIDIA, Rafael.1973. Monseñor José Vicente de Unda, legislador y educador. Guanare, Concejo Municipal.


GAVIDIA, Rafael.1979. Palabras pronunciadas en ocasión de celebrarse en la ciudad de Guanare, la Convención Nacional de las Sociedades Bolivarianas de Venezuela. Guanare, Edita Don Félix Castillo Loreto.


GAVIDIA, Rafael. 1972-1980. Documentos varios. Guanare, Inéditos.


GÓMEZ ALVAREZ, Alfredo.1994.Guanare pasado, presente y futuro. Caracas, Editorial Centauro.


SANTOS URRIOLA, José. 1991. Poemas y poetas Guanareños. Caracas, Ediciones Centauro.

miércoles, 5 de agosto de 2009

De escritura, literatura y un cocodrillo


(Conferencia, con motivo de un homenaje a Francisco Gallegos, Píritu, 2009)

Para nosotros, hombres y mujeres de occidente, la literatura comenzó entre los griegos…

Todo comenzó hace veinte mil años; en Lascaux los hombres hicieron sus primeros dibujos y pinturas. Si bien es cierto que la escritura como hoy la concebimos demoró mil años más, nada le quita el precedente simbólico de los dibujos de la caverna de Lascaux, porque allí está el origen de retratar el mundo a través de signos que representaran las vivencias del hombre.
En la región del Oriente Medio, hoy tan volátil e insegura, entre los ríos Tigres y Éufrates, extendido por todo el golfo Pérsico hasta Bagdad (actual Irak en el siglo XXI), en los espacios de Mesopotamia, entre el sexto y el primer milenio de nuestra era, los imperios de Acad, al norte, y Sumer al sur, desarrollaron una civilización que dio sustento a un lenguaje común que luego sería codificado, dándole nacimiento a la escritura.
Tanto los Sumerios como los Acadios, eran pueblos muy civilizados que vivían en pequeñas comunidades ubicadas alrededor de Babilonia, bajo la autoridad de un soberano y la protección de sus Dioses.
Los hombres de aquellos primeros lustros civilizatorios, encontraron en la arcilla un material noble para grabar sus signos que luego se transformarían en inscripciones y al tener unidad de significado coherente se convertiría en escritura. Y eso es escribir: marcar signos que al juntarse construyan un significado coherente acerca de tal o cual realidad.
Al principio el significado se restringía a llevar cuentas, movimientos migratorios humanos, cosechas; en fin, cuestiones que le dieran orden a la reciente civilización que pasaba de ser cazadora, recolectora y nómada, a ser agrícola y sedentaria.
Según nos dice Georges Jean, en un amplio estudio titulado “La escritura, memoria de la humanidad” (Barcelona-España, ediciones Zeta, 1998), los “…primeros signos escritos son por tanto cuentas agropecuarias. Otras tablillas aportan información sobre la organización social de los sumerios. Así se ha podido saber que la comunidad religiosa del templo de Lagash contaba con 18 panaderos, 31 cerveceros, 7 esclavos, 1 herrero…También se ha podido saber que los sumerios no sólo habían inventado ya el dinero sino también el préstamo con interés…” (pp.13-14)
Si bien es cierto que eran pictogramas, al punto de poder apreciarlos hoy día como ideogramas, estas primeras inscripciones, llamadas también escritura cuneiforme, representó para la civilidad humana el comienzo de una posibilidad real de hacer historia. De pasar de una generación a otra todo un legado sin la temeridad de perderlo o alterarlo al paso de los años. La figura del ensayo, que modelaría en el siglo XV el escritor francés Michel Eyquem de Montaigne, ya tenía sus primeros indicios y no tardó mucho en tomar cuerpo.
Con la escritura no había nacido aún la literatura. Había vestigios de historias, de cuentos de los viejos a los niños, pero no existía la concepción integral de la literatura como fuente creativa transformadora de la civilización. El término como tal, no apareció en todas las lenguas al mismo tiempo: francés littérature (1120), italiano letteratura (siglo XIII), inglés literature (1375), alemán Literatur, portugués y español literatura (siglo XV).
Lo que no se puede olvidar nunca es que es un arte cuyas manifestaciones son las obras literarias, es decir, creaciones artísticas expresadas con palabras, aun cuando no se hayan escrito, sino propagado boca a boca; este término también se aplica al conjunto de obras escritas de un país (literatura griega, argentina, catalana); de una época (literatura medieval, literatura contemporánea); de un estilo o movimiento (literatura romántica, surrealista, creacionista).
Cualquier texto escrito no es literatura; sólo lo serán aquellos que estén realizados con arte; la obra literaria tiene un valor estético en sí misma, que hace que sea apreciable, valorable o medible en cualquier momento, pero también está sujeta a los valores estéticos de la época, del lector o del crítico que determinan lo que está escrito con arte y lo que no.
Es decir, la literatura tomó cuerpo en la medida que los hombres entendieron que la escritura no era una simple superposición de signos para transmitir un mensaje; era, y es la construcción de estructuras de comunicación de ese mensaje para que no sólo transfiera ideas, órdenes o informaciones, sino para describir a través de la grafía lo que acontece en la realidad.
Quien escribe, quien asume la escritura como oficio, es un exponente de su tiempo, de su realidad y de sus anhelos en la civilidad humana. Así tenemos una larga lista de hombres y mujeres que se han valido de la escritura para inmortalizar su época. Como expresara Rolan Barthes, crítico literario francés, en un trabajo colectivo titulado “Escribir… ¿Por qué? Y ¿Para quién?” (Caracas, Monte Ávila Editores, 1974), a partir del momento en el que hay práctica de escritura, estamos en algo que no es totalmente la literatura, en el sentido burgués de la palabra. “A esto lo llamo -dice Barthes- el texto, es decir una práctica que implica la subversión de los géneros; en un texto ya no se reconoce la figura de la novela, o la figura de la poesía, o la figura del ensayo…” (p.30)
Es decir, cuando la escritura pasa a ser literatura deja de ser un instrumento simple de comunicación humana, para transformarse en un instrumento de construcción de la nueva civilización. Desde mi punto de vista, el efecto que se le atribuye a la “revolución industrial” del siglo XIX que llevó a niveles superlativos de modernidad a la civilización occidental, debe atribuírsele al surgimiento de la literatura; ella, y no la máquina, transformaron al hombre y a sus modos de producción.
Para algunos expertos en el ámbito histórico y morfológico de la literatura, ésta alcanzó sus inicios en occidente a través del mito y los textos homéricos.
La “Ilíada” y la “Odisea”, son el precedente más compacto e integro que recogió siglos de gestación de la literatura humana y fundó las bases morales y éticas del hombre civilizado.
El mito dio origen a historias muy modulares, inertes, repetitivas; en la medida que el mito fue dando espacio a otras formas de contar las cosas pasó a ser referente y fluyó la literatura. El escritor, escribiente, portador del cincel con que talla la palabra, se interesó más por la forma y contenido de la vida cotidiana que por lo fantástico y mítico que pernotaba en el idilio de los seres humanos. Es así como el escritor dejó de ser un idealista puro y se convirtió en un racionalista humanista, en el cual los sentidos toman importancia porque a través de ellos ve la realidad, sus impulsos y sus contrastes, sintiendo que retrata para la inmortalidad las cosas que ve, siente y padece.
En la medida que los escritores han sufrido más esa realidad, en esa medita sus obras se han proyectado como joyas de la humanidad. ¿Es el sufrimiento la inspiración de la literatura? Más bien diría, es la literatura la que relata el sufrimiento en la realidad.
La literatura a secas, es creación del hombre; la literatura en la historia, son los episodios que nos hablan de la distancia insalvable que hemos recorrido con respecto a la tradición y la imposibilidad de repetir esos hechos dado el cambio de las circunstancias y del entorno.
Volviendo a Homero, eso que nosotros llamamos poemas homéricos, o la “Ilíada” y la “Odisea”, no son más que dos largos poemas que revelan, en una misma estructura, veinticuatro rapsodias, bajo formulas repetidas del lenguaje, la tradición religiosa y guerrera de un pueblo; y eso ha sido la tarea de la literatura desde entonces: retratar los valores, las razones y los acontecimientos de la vida humana. Sin nosotros para contar algo y sin ustedes para oírlo, simplemente la literatura no existiera.
Ahora bien, una cosa es la escritura y la literatura, y otra cosa es el escritor. Las dos primeras surgieron en la inquietud de los hombres por darle agilidad a su comunicación como una estrategia de supervivencia y como un aliciente para popularizar su legado en las sociedades que iniciaban el proceso civilizatorio.
Pero no todos los seres humanos pueden ser escritor. Pueden escribir, aprender a leer, a comprender a interpretar; pero el acto de escribir para crear literatura es de unos elegidos. No una secta, o una élite; son elegidos por designios divinos, si vale el término ante la ausencia de explicación, y es a través del escritor que se cuentan las historias de este mundo y de los otros mundos que existen en nuestra imaginación.
Valga compartir con ustedes uno de mis últimos sueños. Soñé que estaba en una feria del libro en un sitio remoto de nuestro mundo; habían muchos libros y muchos lectores y amigos me acosaban; al final, después de tantas explicaciones y comentarios, acerca de lo escrito por mí y lo leído por ellos, uno se me acerca y obsequia una cajita rectangular, no muy grande, en la cual, me dice que está el libro más valioso del mundo. Abro la caja y saco de él un zapato en arcilla, el cual tenía inscripciones extrañas a lo largo de su talle. Dentro del zapato un papel color lejía que, a manuscrito, detallaba el significado de diez pictogramas que se parecían mucho a los detallados en el modelo de zapato en arcilla. Se leía, una vez aprendido el significado de estos signos, en el zapato de arcilla, lo siguiente: “los dientes del cocodrilo serán clavados en tus vísceras…”
Desperté del sueño. No supe más del sentido del mismo, no me preocupé mucho. A los días me llama Luís Mendoza Silva y me pide si puedo participar con una micro-conferencia en esta fiesta de la poesía en Píritu, homenaje al amigo, cronista y escritor Francisco María Gallegos, y fue cuando de nuevo me vino el recuerdo del sueño y la imagen de la última conversación que tuve con Gallegos, hace ya unos cuantos años, en la cual hablamos de cocodrilos y reptiles. Como ven, de eso se trata ser escritor. De contarles a ustedes mis cosas y que ustedes, atentos, vigorosos, las escuchen…Muchas Gracias.


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