viernes, 10 de junio de 2011

Teoría y Método para la función extensión (Posturas de Pierre Bourdieu y Norberto Bobbio)

















PONENCIA DEL DR. RAMÓN E. AZÓCAR A. A LAS JORNADAS DE INVESTIGACIÓN DE LA UNELLEZ

Corpus indagatorio

Desde la perspectiva de la teoría del conocimiento, el criterio metodológico se refiere al valor y significado que el investigador otorga a su diseño de indagación y a las técnicas e instrumentos que registran la información necesaria para el discernimiento acerca del tema de estudio; en el caso de la presente investigación, el valor y significado que se le ha dado al modelo crítico y al método hermenéutico-dialéctico, como vías expeditas para reconocer e interpretar un tema tan subjetivo como el de la extensión universitaria. Más aún, cuando se concentra la observación y exploración, en unidades de análisis que no tienen mayor referente de organización que el uso discrecional de estructuras funcionales en el ámbito de las universidades venezolanas, aisladas de una política coherente e integral entorno al evento de estudio extensión universitaria. Sin duda se está ante un contexto en el cual, de manera determinante, las acciones humanas se ven influenciadas por líneas de pensamiento social, político o económico, que le dan, según su momento, calificativos específicos a la ejecutoria de las denominadas actividades de extensión.

En este aspecto, se ahonda desde una perspectiva teórico-histórica en la extensión universitaria en Venezuela presentando tres disyuntivas muy definidas a partir de 1999: 1.- La extensión como una actividad extra-curricular desde la cual se cumpla un servicio comunitario; 2.- La extensión como instancia inter-institucional para la promoción de valores y principios de los miembros de la comunidad hacia el entorno social; y 3.- La extensión como la estructura organizativa de la universidad para la ejecutoria de proyectos productivo-comerciales, que garanticen beneficios a la institución ante la carencia de asignación de recursos financieros hacia la consecución de programas de investigación.

Esta realidad-diagnóstico, que se presenta de manera variable en las universidades públicas y privadas de Venezuela (en la UNELLEZ, se aprecia mayor interés hacia la concepción de una extensión comunitaria-autogestionaria; en cambio en la UNESR, se aprecia un interés hacia una extensión de servicio social, por dar un ejemplo), ha sido interpretada desde una óptica muy operativa, funcional. Ante lo cual se hace necesario profundizar su razón de ser en el marco de la realidad sociopolítica actual.

Esa realidad sociopolítica pasa por una redefinición del Estado venezolano, dado que a partir de 1999, desde los eventos que dieron cuerpo a la Asamblea Nacional Constituyente, Venezuela incursó un camino sociopolítico en condiciones distintas a los años anteriores, cambiando no sólo su fisonomía administrativa, sino sus intereses ideológicos en el plano educativo.

Para hacer más comprensible estos cambios y apreciarlos en los diferentes planos de observación y sus relaciones, teniendo una visión singular del tema de estudio y al mismo tiempo una perspectiva en conjunto, se hace necesario centrar el tema extensionista en el conocimiento social y político, como resultado de un proceso de investigación que pone en práctica una lógica de ordenar las informaciones, en un marco teórico fundamentado en las acciones humanas.

El concepto de educación está ligado a lo social y político; la socialización surge como el producto de un proceso de aprendizaje para la vida y para el contacto en la sociedad, en donde se constituye en un cuerpo doctrinario que guía las acciones que en las instituciones educativas emprenden los hombres para profundizar sus relaciones y su orden societal.

Encarando esta realidad se ha definido el proceso histórico educativo en Venezuela como un discurso educativo, precisamente por tener un sentido científico y social que ha tenido en la civilidad venezolana la educación, como eje y proceso de transformación de los valores y principios ciudadanos. Venezuela no hubiera alcanzado un 23 de enero de 1958, sin un proceso educativo que le diera instrumentos reflexivos desde donde situar sus necesidades políticas; tampoco hubiera podido digerir los acontecimientos del 27 de febrero de 1989, en donde la conciencia social tomó cauce en las calles de Caracas y las principales ciudades del país; tampoco hubiera podido apreciar en su magnitud histórica y transaccional , las acciones del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992, que le dieron un cambio sustancial al mapa sociopolítico venezolano.

Es decir, el proceso educativo venezolano contribuyó a formar una postura crítica y una conciencia social, a pesar de no contar con una estructura curricular y de objetivos centrada únicamente en valores humanistas, puesto que su peso específico iba enmarcado, aparte del humanismo, en la construcción de un ciudadano(a) universal y productivo individualista, ausentándose de la visión de solidaridad y desprendimiento que se ha reflejado en los textos y documentos del denominado sistema educativo bolivariano.

En este orden de ideas, se puede decir que el acercamiento a las unidades de análisis y el evento de estudio (extensión universitaria), han permitido identificar problemas fundamentales en el contexto de la educación superior que es la que cobija la función extensionista. Por ende, estos problemas en el marco de la educación superior han influido tanto en la orientación como en la concepción de la extensión en el ámbito de las universidades venezolana.

Bourdieu y Bobbio: teoría y método

Para entender con relativa propiedad esta situación, es necesario relacionar la unidad de análisis con el esquema teórico del sociólogo francés Pierre Bourdieu (1930-2002) y del filósofo italiano Norberto Bobbio (1909-2004). Bourdieu, enmarcado en la sociología como crítica de la razón, se preocupó por desarrollar el enfoque etno-sociológico, en el cual daba mayor importancia a las relaciones sociales surgida en los grupos étnicos, en los cuales no sólo identificó taxonomías sociales, sino que los combinó con el estudio de los conflictos sociales (luchas materiales) y aplicó metodología sociológica y etnológica para allanar en la realidad experiencias que le permitieran ver la esencia de las categorías sociales.

En tal sentido, es importante referir que no basta con identificar las categorías sociales, es necesario comprenderlas en el contexto de la sociedad global; y la vía para alcanzar esa comprensión es conviviendo en la heterogeneidad de relaciones que se dan en sociedad. Una de estas relaciones tiene que ver con la educación y los diversos subsistemas que desde ella se ramifican.

Bourdieu en su obra Los estudiantes y la Cultura (1964), investigación realizada al sistema escolar francés, en la cual recogiendo información a través de la técnica de cuestionario y el análisis multivariado (en el cual combina la entrevista, la observación etnográfica y el análisis comparativo), alcanza demostrar que en el éxito o fracasos escolares el factor que más influye es la herencia cultural, secundándole la necesidad de recursos económicos. Para contrarrestar esto, Bourdieu propone una pedagogía racional que vaya encaminada a minimizar el problema de las diferencias sociales y propicie un tipo de enseñanza centrada en las técnicas de trabajo intelectual, orientada precisamente a transmitir aquellas formas de pensar exigidas por la escuela y generalmente inculcadas en el medio familiar. Se trataría de este modo, en contraposición a una visión aristocrática de la docencia, de proveer al mayor número posible de individuos con el máximo de las disposiciones que componen la cultura escolar. (Vázquez García, 2002, pp.57-58)

Este esquema de interpretación crítica de Bourdieu presenta la posibilidad de relacionar las aptitudes escolares, que no se limitan al espacio de educación primaria y básica, sino que va desde el nivel medio diversificado hasta los estudios profesionales universitarios, con las actitudes económicas del capitalismo global que forman las condiciones materiales que hacen visible la desigualdad en el ámbito educativo. Este esquema parte de un cuerpo conceptual inmerso en un espacio social que se crea entorno a la valoración de hechos sociales, denominado por Bourdieu campo; el cuerpo conceptual lo integran el término capital simbólico, que identifica los símbolos de la sociedad en su proceso de transformación; espacio social, que es donde se dan las relaciones y acciones humanas; la violencia simbólica, que tiene que ver con los conflictos en las relaciones sociales y que producen crisis y por ende transformación; y el término de habitus, uno de los más conocidos del pensamiento bourdieuniano, el cual denota las formas de obrar, pensar y sentir que están originadas por la posición que una persona ocupa en la estructura social.

El capital simbólico en el cual se ha centrado la percepción de la extensión universitaria en Venezuela desde el 1999, se ha dividido en tres renglones que se le asigna el significado, al igual que Bourdieu, de volumen, estructura y trayectoria. El volumen tiene que ver con la energía social (atribuciones y capacidad humana para ejecutarlas) invertible, donde dicha energía recibe el nombre de capital y su incidencia tiene un volumen determinado que hemos considerado como las posibilidades para ejecutar la función extensionista en el rigor de una política educativa integral; la estructura se refiere a las formas diversas que puede asumir el capital, que para este caso es la extensión universitaria como función, en su relación con el entorno. La extensión toma su cuerpo y razón de ser bajo las condiciones que imponga el contexto y las orientaciones de la política educativa; esa energía social, combinada con una estructura definida de la tipología extensionista que amerita una institución de educación superior en un tiempo determinado, constituye la trayectoria. Es decir, tal cual lo expone Bourdieu en sus investigaciones, la trayectoria es el itinerario social que sigue al evento de estudio para alcanzar objetivos o metas pre-establecidas.

Este volumen, estructura y trayectoria, no determinan la estrategia que la universidad ha de seguir para la concreción de la función de extensión, sino que le da coherencia y consistencia al papel extensionista en sus ejecutorias; lo que define la estrategia es la relación particular de cada institución de educación superior con su entorno social, ya que desde esa percepción puede observar, clasificar y precisar las necesidades para las cuales es requerido el conocimiento y la técnica cuyo dominio ostentan las universidades.

En lo que respecta al espacio social, Bourdieu lo define como un espacio de relaciones de fuerza, de diferencias de potencial dependientes de la posición ocupada objetivamente…y un espacio de luchas, de tomas de posición…que pugnan por imponer la definición legítima de las situaciones y dependen de las disposiciones incorporadas por los agentes en liza. Éstos construyen la realidad social aplicando esas disposiciones, pero al mismo tiempo son conformados por la propia realidad social que engendra a esas mismas disposiciones como producto de la incorporación de la posición ocupada. (Vásquez García, 2002, p.95)

Si se lleva este constructo al evento de estudio, se parte entonces de las relaciones directas entre la universidad y la sociedad, son los elementos que constituyen el espacio social explorado y en el cual, de acuerdo a las realidades del contexto, tendrá sus características e intereses en el ámbito de la función de extensión.

Es importante referir que Bourdieu en su obra Poder, derecho y clases sociales (2000) , le asigna al capital tres aspectos fundamentales: el económico, convertido en dinero e institucionalizado como derechos de propiedad; el cultural, dividido en múltiples subsistemas que se relacionan con la institucionalidad del saber o la academia; y el social que tiene que ver con la red de relaciones institucionales encarnadas en títulos nobiliarios. Estos tres aspectos constituyen una visión crítica y cuestionadora del interés de la sociedad dominante por imponer sus decisiones y están inmersos en el volumen, estructura y trayectoria que tiene que ver con la extensión universitaria como función. Este enfoque hace de los procesos y relaciones de fuerza entre la universidad y las comunidades, un medio de cultivo de los conflictos que se presentan en la cotidianidad y que no escapan de la función extensionista, puesto que esta función gravita en relación a las acciones humanas.

La violencia simbólica, identificada por Bourdieu como esos conflictos propios en las situaciones sociales que producen crisis y por ende transformación, no tiene que ver con enfrentamiento físico o cultural alguno; se trata de identificar una forma de violencia que consiste en la imposición arbitraria de un modo histórico y socialmente particular de ser y estar en el mundo. En el caso de la presente investigación, es la imposición de orientaciones o valoraciones de la función de extensión muy distantes a las necesidades reales del entorno; y si profundizamos algo más, imposiciones que van más allá de los intereses académicos y de investigación de las propias universidades.

En este sentido hay una exposición de Pierre Bourdieu bien descriptiva de esa violencia simbólica y de cómo afecta las instituciones sociales: La ciencia …rechaza…la alternativa simplista entre la visión centralista que sitúa en los aparatos ideológicos, investidos de un poder soberano de coerción simbólica, el principio de todas las conductas y de todas las representaciones alienadas, y la visión que se puede denominar espontaneísta, y que, simple inversión de precedente, inscribe en cada uno de los dominados el principio de una sumisión sin necesidad, a veces descrita en el lenguaje de la servidumbre voluntaria, a las coacciones, a las invocaciones y a las seducciones del poder…La violencia simbólica es esa forma particular de coacción que no puede ejercerse más que con la complicidad activa -lo que no significa consciente y voluntaria- de los que sufren y que no están determinados sino en la medida en que se privan de la posibilidad de una libertad fundada en la toma de conciencia. Esta coacción tácitamente consentida se ejerce necesariamente siempre que las estructuras objetivas se encuentran con las estructuras mentales que están ajustadas a ellas… (Bourdieu, 1989, pp. 11-12)

Finalmente, aparece el concepto de habitus, el cual concentra no sólo la forma de pensar y sentir originadas en la experiencia de la estructura social, sino que es un concepto que involucra la construcción simbólica que se vale de los actores sociales para modelar la identidad y sentido social de las comunidades; en estas condiciones esto es considerado por Bourdieu como clase social y es un aditivo fundamental para entender el contexto en sus manifestaciones materiales, puesto que la “…clase no es…un dato sino un artefacto; no es una sustancia sino que se perfila diferencialmente como una distribución dinámica de propiedades por oposición a otras distribuciones dinámicas de propiedades…” (Vázquez García, 2002, p.103)

En este aspecto, el habitus viene a ser los cuerpos (incluye los actores sociales de las universidades y las comunidades) socializados que intervienen en el la dinámica de propiedades de la sociedad (necesidades e intereses) y que están investidos por las potencialidades objetivas(acciones humanas para solucionar las necesidades y satisfacer los intereses) que la sociedad ofrece, en la cual los “agentes”(actores sociales), personas que dan acción a las relaciones sociales, perciben y aprecian su rol en el espacio social, con el cumplimiento de tareas diferenciadas.

Según Bourdieu, Los condicionamientos asociados a una clase particular de condiciones de existencia producen habitus, sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones que pueden estar objetivamente adaptadas a su fin sin suponer la búsqueda de fines y el dominio expreso de las operaciones necesarias para alcanzarlos, objetivamente reguladas y reguladores sin ser el producto de la obediencia a reglas, y a la vez que todo esto, colectivamente orquestadas sin ser el producto de la acción organizadora de un director de orquesta… (1990, p.92) El habitus tiene relación con el constructo autopoiética, con el que el Niklas Luhmann (1999) , define auto producción de conocimiento en razón de la experiencia de los sujetos y sus propias reflexiones críticas. Al referirse Bourdieu a estructuras estructuradas predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, no es más que la adaptación de los actores sociales al contexto, orientando las tareas diferenciadas hacia el logro de objetivos ya establecidos y que ameritan voluntad política, social y cultural para lograrse. Constituye el asumir las acciones humanas desde una opción de regulación y consenso, y no del producto de la obediencia a reglas, menos aún orientado dicho proceso por la acción organizadora de un director de orquesta, puesto que las decisiones han de ser expresión de un colectivo para que dentro del campo, otro constructo de Bourdieu, los hechos sociales, tengan un peso específico.

En lo expuesto se ha concentrado la visión teorética de Pierre Bourdieu en sus procesos indagatorios de la sociedad; si bien son conceptos surgidos desde un plano sociológico, no dista de un elemento común con nuestro evento de estudio: las relaciones sociales. Por esta razón, se ha explorado, ligeramente, el pensamiento de Bourdieu y se ha establecido identidades entre sus constructos y la teoría-praxis de la educación superior a través de la observación e interpretación de la función extensión.

En cuanto al aporte de Norberto Bobbio, parte de una plataforma metodológica desde donde observar la unidad de análisis de la extensión universitaria en Venezuela; su propuesta de un método de análisis conceptual que aborde lo que a su entender son las dicotomías, en la comprensión de las disciplinas de estudio de las acciones humanas.

La obra de Bobbio es fragmentaria ; está dispersa en prólogos, ensayos académicos y de corte político-militante; Bobbio no ha sido original en cuanto a las ideas, pero sí tiene cierta originalidad en su posición distintiva en la encrucijada de tres tradiciones políticas: el liberalismo político clásico; el marxismo; y el realismo político italiano (Di Castro, 1998, p.11).

Para Bobbio hay conceptos que están ligados a la política y que son irrenunciables a esa relación. Se refiere a la educación y la cultura. Esta relación la refiere el autor en razón del “…papel que deben tener los intelectuales en la sociedad contemporánea…” (Di Castro, 1998, p.15); tradición que ha partido desde los clérigos en su adhesión a los grupos de poder en la historia de la civilidad humana, pasando por la cultura comprometida, que asume visos de una nueva manera de entender lo político dentro de la política; y aterriza en la justificación de la protesta como acción liberadora del sesgo o control que sobre lo educativo y cultural tiende a imponer las clases dominante.

En concordancia con lo expuesto, Bobbio se adentra en fórmulas metodológicas que le permitan responder cómo se ha presentado esa intención de manipulación de lo educativo y cultural, y qué vías han de ser las más expeditas para borrar de las relaciones de poder la más eficaz de las estrategias: la guerra. Ante esto expone Bobbio: "Recurrir a la fuerza es el medio tradicional y más eficaz (tradicional precisamente por su gran eficacia) de resolver los conflictos sociales. Y no basta regularlo para limitarlo y aún menos para eliminarlo, Uno de los mayores problemas de cualquier convivencia civil es el de crear instituciones que permitan resolver conflictos, sino todos los conflictos que puedan surgir en una sociedad, al menos la mayor parte, sin que sea necesario recurrir a la fuerza, más bien a la fuerza legítima, porque es la ejercida por el soberano, y legal, porque es ejercida en el ámbito de las leyes que la regulan…" (b1985, p.12)


Y esta comprensión de la realidad política contemporánea societal, no llegó a Bobbio de una elemental observación participante de los hechos sociales, sino de un discernimiento de los clásicos del pensamiento político occidental entre los que destaca Hobbes y Rousseau, y la valoración de mecanismos de análisis que le permitieran identificar y describir desde un plano sistémico, histórico y axiológico. Esta visión metodológica la identifica Bobbio como la gran dicotomía, y es precisamente en razón de ella que el autor desarrolla una cuidadosa reflexión de los clásicos. En filosofía la dicotomía se refiere al método de clasificación en que las divisiones y subdivisiones solo tienen dos partes; ello lo apreció Bobbio bajo el siguiente argumento:"Toda la historia del pensamiento político está dominada por una gran dicotomía: organicismo (holismo) e individualismo (atomismo). Aunque el movimiento no es rectilíneo, se puede decir con una cierta aproximación que el organicismo es antiguo, el individualismo es moderno…Este cambio radical del punto de partida tiene consecuencias decisivas para el nacimiento del pensamiento liberal y democrático moderno…" (Bobbio, a1985, p.32)

¿Qué permite el método dicotómico de Bobbio? Introducir en la investigación un enfoque metódico que fortalezca el tratamiento hermenéutico-dialéctico dado a la investigación. Bobbio sistematiza una amplia gama de teorías, comparando sus elementos contrapuestos y construyendo fragmentos de una teoría general de la política. Su particular estilo de investigación le hace contrastar dos universos: el verdadero, que busca identificar; y el aparente que surge de visiones hipotéticas de la realidad. Una manera simple de resumir la acción metódica de Bobbio es que parte de una definición negativa de uno de los términos a estudiar (el débil), en contraste con el otro (el fuerte); al principio se le otorga aleatoriamente calificativo de débil o fuerte a uno que otro de los términos en estudio, para así ir montando una estructura teórica que no sólo sea expresión de la racionalidad, sino el producto de la sistematización histórica del pensamiento político a través de la promoción del diálogo.

En este sentido expone Elisabetta Di Castro, En relación a las dicotomías, al principio aparece que se postulan en un sentido fuerte ya que sería la forma de estructuración de la ciencia en general; pero conforme son desplegadas en su obra, el propio autor va señalando sus limitaciones en tanto se vuelven rígidas y esquemáticas con respecto a la complejidad y riqueza de la vida política. Podemos recordar cómo los partidos políticos “no pertenecen enteramente a la sociedad civil ni al Estado”, o cómo entre los tipos ideales de las formas de gobierno “hay cien formas diversas más o menos despóticas y más o menos democráticas.”

Así, el recurso de las dicotomías es utilizado en un sentido débil como parte de una estrategia más amplia: construir las coordenadas preliminares para plantear los problemas teóricos y promover el diálogo político… (1998, pp.162-163) En lo que tiene que ver con la presente investigación, la gran dicotomía la representa: Estado-Sociedad; y Universidad-Sociedad. En ambas, las relaciones sociales juegan papel preponderante, y su desenvolvimiento se hace en un sistema social en el que la totalidad, la funcionalidad y las interrelaciones, racionalizan los hechos y los hace identificables y comprensibles. En este aspecto, y tomando conceptos del pensamiento de Bobbio, Di Castro expresa:

El sistema social sería una totalidad en la que los diversos subsistemas, diferenciados por sus funciones, se interrelacionan. Más allá de los posibles supuestos ontológicos y epistemológicos en juego, aquí nos interesa destacar el siguiente problema: parecería que el término sistema social supone y propone cierta racionalidad. Sus características y despliegue dependerían de cómo se conciben los dos principales conceptos de la definición, es decir, la interrelación de los subsistemas y la función como elemento distintivo de los mismos. (1998, p.29)


Desde esta percepción se puede inferir que Bobbio le da importancia sistémica a la relación social y no orgánica , estableciendo tres características en su acercamiento al evento de estudio desde la visión analítico-conceptual: 1.-Estar inmerso en la realidad en estudio, es decir, ser testigo del tiempo en el que se analiza determinado texto o acción humana; 2.-Hacer de la retroalimentación un proceso de revisión constante, en el cual surjan reinterpretaciones y reasignaciones en los constructos; y 3.-Construir teorías-modelo que describan la realidad, quedando como categorías mentales y no como leyes o teoremas .

Cerrando el círculo

En una palabra, se concentra en el modelo teórico de Bourdieu y en la metódica de Bobbio, el estilo de aproximación al evento de estudio para generar en el plano del esquema analítico integrado, un criterio científico de las bases teórico-filosóficas, desde sus orígenes occidentales, que fundamentan el extensionismo como conducta y teoría política educativa en Venezuela; así mismo, descifrar sus significados desde el punto de vista de los documentos y reflexiones teórico-analíticas, hasta la apreciación que el sujeto investigado le ha asignado.

En lo que tiene que ver con la construcción del modelo teórico, valga destacar ciertos elementos metodológicos en los cuales se ha vaciado la percepción del evento de estudio, intentando generar una teoría que explique cómo son los significados de la teoría política educativa que define las bases socio-educativas de la extensión universitaria en Venezuela.

En este aspecto, se aprecia primero qué se entiende por modelo teórico y bajo qué parámetros será caracterizado. El modelo, o los modelos, son “…medios para comprender lo que la teoría intenta explicar; enlaza lo abstracto con lo concreto”. (Yurén Camarena, 1980, p.57)

En la investigación, inmersa en el modelo crítico, está edificada en el marco de la teoría; una teoría que es un sistema relacional de acciones humanas que explicando sus elementos de forma fragmentaria, simplifica un conocimiento integral de los significados de los hechos sociales que han rodeado la extensión universitaria en Venezuela desde 1999 y que se traduce en una nueva tipología de las relaciones en sociedad, ya no sólo desde el ámbito de la apertura universitaria, sino desde la perspectiva de la participación ciudadana.

La participación ciudadana es, en el marco de este estudio, un proceso social y político en el cual interviene de forma dinámica la comunidad y la universidad, a través de canales de participación establecidos que tienen como meta el bienestar colectivo.

En lo que respecta al tipo de modelo teórico, esta investigación toma sus bases de un cuerpo de conocimiento que va de lo abstracto a lo concreto; lo abstracto deja ver cualidad con exclusión del sujeto, lo concreto presenta la realidad en conjugación con todos sus elementos (sujeto-objeto; sujeto-sujeto). La teoría abarca una totalidad de significados que van desde la observancia teórica de autores especializados en el tema de estudio, hasta eventos acontecidos en la dinámica social que han marcado las características de las unidades de análisis exploradas. En ese cuerpo de conocimiento hemos centrado la atención en la función extensión como modelo a explicar en razón de una realidad que la presenta enmarcada en una estructura de matices diversos según el contexto y los criterios institucionales de las diversas universidades.

En tal sentido, tomando el aporte metodológico de María Teresa Yurén Camarena (1980, pp. 53-70), el modelo teórico es de tipo formal, dado que representa la estructura idealizada del evento, la cual se supone análoga (semejante) a la existente en la realidad temporal del estudio (en las universidades nacionales y públicas venezolanas). En un esquema simple: se parte de una representación del conocimiento previo acerca del evento; se aborda un proceso de observación y análisis de contenido que devele la percepción ideal del evento; y se modela una muestra que tenga de contenido la interpretación y comprensión crítica del evento, en un contexto general que sintetice criterios conclusivos acerca del tema. (Ver Figura Nº 2)


Referencias bibliográficas


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*.-azocarramon1968@gmail.com